Migueli, de nuevo en el EsperanzARTE, esta vez haciendo un tremendo esfuerzo por venir desde Suiza, nos ha dejado un rastro de evangelio, alegría, atrevimiento, luz, ternura…
¡Gracias, Migueli, por las arenas del desierto que se han ido moviendo en nuestros corazones! ¡Gracias por despertar en nosotros el deseo de la sencillez de los niños del evangelio!